MÁS DE INDUCCIÓN
Hincha un globo, haz un nudo en el extremo
para que no se desinfle y átalo a una cuerda. Busca un sitio en tu casa donde
puedas colgar el globo sin problemas. De una lámpara de techo, quizá. O puedes
atar un peso a la cuerda y dejar que el globo cuelgue de la mesa de la cocina,
entre 15 y 30 centímetros. Carga el peine de nuevo frotándolo con fuerza contra
la seda o tu pelo (recuerda, más fricción produce una mayor carga).
Acerca muy despacio el peine al globo. ¿Qué crees que va a pasar?
Acerca muy despacio el peine al globo. ¿Qué crees que va a pasar?
Pruébalo. Es bastante raro también,
¿verdad? El globo se mueve hacia el peine. Igual que con el papel, el peine ha
provocado algún tipo de separación de carga en el globo (¡inducción!). ¿Qué
pasará cuando alejes el peine? ¿Por qué? Sabes por intuición que el globo
volverá a su posición vertical. Pero ahora ya sabes por qué, ¿no? Cuando
desaparece la influencia externa, ya no hay ninguna razón para que los
electrones se alejen de sus respectivos átomos. ¡Fíjate en lo que hemos sido
capaces de deducir simplemente frotando un peine un poco y jugando con unos
pedacitos de papel y un globo!
Hincha varios globos más. ¿Qué pasa cuando
frotas uno de ellos con fuerza contra tu pelo? Eso es: tu pelo empieza a hacer
cosas raras. ¿Por qué? Porque en la serie triboeléctrica el pelo humano está
cerca del extremo positivo y un globo de goma está en plena zona negativa.
Dicho de otro modo, la goma atrapa muchos de los electrones de tu pelo,
dejándolo con carga positiva. Como cargas iguales se repelen, ¿qué puede hacer
tu pelo cuando cada cabello tiene carga positiva y quiere apartarse de todos
los demás con la misma carga? Tus cabellos se están repeliendo entre sí, lo que
hace que se pongan de punta. Por supuesto, esto mismo sucede al quitarte un
gorro de punto en invierno. Al frotarse con tu pelo, el gorro arranca muchos
electrones, dejando tus cabellos cargados positivamente y deseando ponerse de
punta.
Volvamos a los globos. Has frotado uno con
fuerza contra tu pelo (saldría todavía mejor si lo hicieses contra una camisa
de poliéster). Creo que ya sabes lo que te voy a proponer, ¿verdad? Pon el
globo contra la pared o en la camisa de tu amigo. Se queda pegado. ¿Por qué?
Esta es la razón: cuando frotas el globo, lo cargas; cuando lo pones contra la
pared, que no es un gran conductor, los electrones que orbitan alrededor de los
átomos de la pared sienten la fuerza repulsiva de la carga negativa del globo y
pasan un pelín más de tiempo en la parte del átomo más alejada del globo y un
poco menos en la parte más cercana a él. ¡Eso es inducción!
En otras palabras, la superficie de la
pared justo donde la toca el globo adquiere una cierta carga positiva y el
globo, cargado negativamente, se verá atraído hacia ella. Este resultado es muy
sorprendente. ¿Por qué no se produce una transferencia de cargas, se
neutralizan las dos —positiva y negativa—, haciendo que el globo se caiga de
inmediato? Es una muy buena pregunta. Por un lado, el globo de goma ha
acumulado unos cuantos electrones de más. En un aislante, como la goma, no se
mueven de un lado a otro con facilidad, así que las cargas tienden a quedarse en
su sitio. Además, no estás frotando el globo contra la pared, lo que generaría
muchos puntos de contacto, sino que simplemente está ahí, sintiendo la
atracción. Pero el rozamiento también lo mantiene ahí.
La inducción funciona con todo tipo de
objetos, conductores o aislantes. Puedes hacer el experimento del peine con uno
de esos globos metalizados rellenos de helio que puedes comprar en los
supermercados o en los bazares. Si acercas el peine al globo, sus electrones
libres tienden a alejarse del peine, cargado negativamente, quedando junto al
peine iones con carga positiva, que atraen el globo hacia él.
Aunque podemos cargar los globos
frotándolos contra el pelo o la camisa, la goma es en realidad un aislante casi
perfecto (por eso se utiliza para recubrir los cables eléctricos). La goma
impide que la carga se escape de los cables hacia la humedad del aire o hacia
algún objeto cercano, produciendo chispas. Evidentemente, nadie desea que
salten chispas en entornos inflamables, como las paredes de su casa. La goma
puede protegernos de la electricidad continuamente, y de hecho lo hace. Lo que
no puede hacer, sin embargo, es protegernos de la forma más potente de energía
estática que se conoce: el rayo. Por algún motivo, la gente sigue repitiendo la
leyenda de que unas zapatillas o unos neumáticos de goma pueden protegernos de
un rayo. No sé por qué estas ideas siguen circulando, ¡pero lo mejor es que las
olvides inmediatamente! Un rayo tiene tanta potencia que no se detiene en
absoluto por un trozo de goma. Puede que estés a salvo si el rayo cae en tu
coche —aunque tal vez tampoco—, pero no tiene nada que ver con los neumáticos.
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