¿POR
QUÉ VUELAN LOS COHETES?
Incluso entre personas que
han estudiado Física es frecuente oír explicaciones completamente falsas del
vuelo de los cohetes, como ésta, por ejemplo: vuelan porque los gases que se
forman dentro de ellos al quemarse la pólvora empujan al aire.
Así se pensaba antiguamente
(los cohetes son un invento antiquísimo) y hasta ahora hay muchos que siguen
pensando igual. Pero si un cohete se lanza en el vacío volará aún más de prisa
que en el aire. La causa verdadera del movimiento de los cohetes es otra
totalmente distinta.
El revolucionario ruso
Kibalchich describió esta causa con mucha claridad y sencillez en unas notas
escritas antes de ser ejecutado, en las cuales daba a conocer una máquina
volante inventada por él.
Figura
1. La máquina (turbina) de vapor más antigua, llamada "eolípila", que
se atribuye a Herón de Alejandría
Así explicaba Kibalchich la
forma y manera de funcionar del motor cohete que debía servir de propulsión al
aparato, capaz de transportar pasajeros y carga:
"Dentro de un cilindro
de hojalata, cerrado por una de sus bases y abierto por la otra, se coloca una
carga cilíndrica de pólvora prensada en cuya parte central, a lo largo de su
eje, hay un canal hueco. La combustión de la pólvora comienza por la superficie
de este canal y se propaga durante un tiempo determinado, hasta que llega a la
superficie exterior de la pólvora prensada. Los gases producidos por la
combustión presionan en todas las direcciones; pero mientras las presiones
laterales de estos gases se equilibran entre sí, la presión sobre el fondo de
la envoltura de hojalata en que se encuentra la pólvora no tiene presión
contraria que la equilibre (puesto que por este lado los gases pueden salir
libremente) y empuja al cohete hacia adelante, en la dirección en que éste se
colocó en el banco de lanzamiento antes del encendido".
Aquí ocurre lo mismo que
cuando dispara un cañón: el proyectil sale disparado hacia adelante, mientras
que el cañón sufre un empuje hacia atrás. Este es el conocido retroceso o
"culatazo" de las escopetas y de todas las armas de fuego. Si el
cañón estuviera colgado en el aire, sin apoyarse en el suelo, después del
disparo se movería hacia atrás con cierta velocidad, que sería tantas veces
menor que la del proyectil como la masa de este último es menor que la del
cañón. Julio Verne, en su novela fantástica "Boca Abajo", cuenta cómo
los norteamericanos proyectaron aprovechar la fuerza del retroceso de un cañón
colosal para realizar una empresa grandiosa, la de "enderezar el eje de la
Tierra".
Figura
2. Automóvil de vapor, que se atribuye a Newton.
Un cohete también es un
cañón, con la única diferencia de que en vez de proyectiles lanza los gases de
la combustión de la pólvora. Este mismo principio es el que se aplica en la
"rueda china" o rueda de los fuegos artificiales, en la cual, cuando
arde la pólvora contenida en unos tubos sujetos a la rueda, los gases escapan
hacia atrás y los tubos (junto con la rueda) se mueven hacia adelante. En
realidad esto no es más que una variante del aparato físico que todos conocen
con el nombre de rueda de Segner.
Es interesante señalar que
antes de la invención del barco de vapor existió un proyecto de barco mecánico
basado en el principio de la reacción. Según este proyecto el barco estaría
provisto de una potente bomba impelente que expulsaría el agua por la popa,
corno resultado de lo cual el barco debería moverse hacia adelante, lo mismo
que las latas flotantes que en los gabinetes de Física de las escuelas sirven
para demostrar este principio. El proyecto no llegó a realizarse, pero
desempeñó un papel importante en la invención del barco de vapor, puesto que
sugirió esta idea a Fulton.
También sabemos que la
máquina de vapor más antigua, es decir, la eolípila de Herón de Alejandría,
construida en el siglo II, funcionaba por el mismo principio, es decir, el
vapor de una caldera (Figura 1) llegaba a una esfera hueca, sujeta a un eje
horizontal, y desde ella salía por unos tubos acodados, con lo cual empujaba a
estos tubos en sentido contrario y la esfera comenzaba a girar. La turbina de
vapor de Herón no sirvió en la antigüedad más que como juguete ingenioso, ya
que el trabajo de los esclavos era tan barato que nadie se preocupó de
encontrarle una aplicación práctica a la máquina. Pero el principio en que se
funda no fue olvidado por la técnica. En nuestros días este principio se
utiliza en las turbinas a reacción.
A Newton, autor de la ley de
la acción y reacción, se le atribuye uno de los proyectos más antiguos de
automóvil de vapor (Figura 2). Este automóvil debía constar de una caldera,
montada sobre ruedas, de la que el vapor salía por una tobera posterior,
mientras que la propia caldera, debido a la fuerza de retroceso, avanzaba sobre
las ruedas en sentido contrario.
Los automóviles cohete son
una variante moderna del carro de Newton.
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