UNA
EXPLOSIÓN IMAGINARIA
La competición de
velocidades entre el cuerpo que vuela y el sonido que produce nos obliga a
veces a cometer errores involuntarios que con frecuencia no corresponden en
absoluto a la realidad del fenómeno.
Figura1.
Explosión ilusoria de un bólido.
Un ejemplo curioso es el de
un bólido (o el de un proyectil) que pasa volando muy alto sobre nuestras
cabezas. Los bólidos que procedentes del espacio interplanetario penetran en la
atmósfera de la Tierra, a pesar de ser frenados por la resistencia del aire,
tienen velocidades enormes que son decenas de veces mayores que la velocidad
del sonido.
Cuando los bólidos cortan el
aire suelen producir un ruido parecido al de un trueno. Figúrese el lector que
nos encontramos en el punto C (Figura 1) y que sobre nosotros pasa un bólido
siguiendo la línea AB. El sonido que produce el bólido en el punto A nos
llegará (a C) cuando aquél se encuentre en el punto B, y como el bólido tiene
una velocidad mucho mayor que la del sonido, puede llegar al punto D v
mandarnos desde allí un ruido que llegue a nosotros antes que el procedente del
punto A. Por esto oiremos antes el sonido que viene del punto D y después el
que llega del A. Pero como desde el punto B también nos llega el sonido después
que del D, es de suponer que habrá un punto K sobre nuestras cabezas desde 'el
cual el ruido del bólido nos llegará antes que desde ningún otro punto. Los
aficionados a las matemáticas pueden calcular la posición de este punto
estableciendo una relación determinada entre la velocidad del bólido y la del
sonido.
De lo antedicho se deduce lo
siguiente: Lo que oímos en este caso no se parece en nada a lo que vemos. Para
los ojos el bólido aparece en el punto A y desde aquí sigue la línea AB. Pero
para el oído el bólido hace su aparición en el punto K, que se halla
aproximadamente sobre nuestras cabezas, y después oímos al mismo tiempo dos
sonidos que se van apagando en dos direcciones opuestas, es decir, de K a A y
de K a B. En otras palabras, oímos algo parecido a lo que ocurriría si el
bólido se dividiera en dos partes que salieran lanzadas en direcciones
opuestas. Pero no se produjo ninguna explosión. Esto demuestra hasta qué punto
pueden ser engañosas las sensaciones acústicas. Es posible que muchos de los
casos de explosiones de bólidos declarados por "testigos
presenciales" no fueran más que ilusiones acústicas de este tipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario