REMOLINOS DE TINTA
Tomemos un
redondelito de cartón blanco y liso y atravesemos su centro con un palillo
afilado. Obtendremos una peonza como la que se muestra en la fig. 1 (a la izquierda se ve el redondelito de cartón
en tamaño natural). Para hacer que esta peonza gire sobre la punta del palillo
no se necesita gran habilidad; bastará hacer rodar rápidamente el palillo entre
los dedos y dejar caer la peonza sobre una superficie plana.
Figura 1. Así corren
las gotas de tinta por el cartón giratorio.
Con esta
peonza se puede hacer un experimento muy demostrativo. Para ello, dejemos caer
en el cartón varias gotas de tinta y, antes de que éstas se sequen, hagamos
girar la peonza. Cuando se pare, veremos que cada una de las gotas se ha
corrido engendrando una línea espiral y que todas estas líneas juntas forman
una especie de remolino.
Esta
semejanza con el remolino no es casual. ¿Qué nos dicen las espirales de tinta
del redondelito de cartón? Estas líneas son las huellas del movimiento de las
gotas de tinta. Cada una de estas gotas está sometida a los mismos efectos que
sienten las personas en la "rueda de la risa", y al ser apartada del
centro por el efecto centrífugo va a parar a un sitio del disco cuya velocidad
circular es mayor que la de la propia gota. En estos sitios, el redondel
adelanta a la gota deslizándose por debajo de ella. Es decir, ocurre algo así,
como si la gota se retrasara con respecto al redondel y retrocediera con
relación al radio. Por esta razón, el camino que recorre la gota se curva y
vemos en el círculo de cartón la huella de un movimiento curvilíneo.
Lo mismo
ocurre con las corrientes de aire que divergen de un sitio en que la presión de
la atmósfera es más alta (en los "anticiclones") o que convergen en
un sitio de presión más baja (en los "ciclones"). Los remolinos de
tinta pueden considerarse como una muestra en pequeño de estos gigantescos
torbellinos de aire.
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