LO
QUE NO SABÍAN LOS ANTIGUOS
Los habitantes de la Roma
contemporánea siguen utilizando hasta ahora los restos de un acueducto
construido por los antiguos romanos. ¡Qué sólidas eran las obras de conducción
de aguas que hacían los esclavos romanos!
Desgraciadamente no se puede
decir lo mismo de los conocimientos de los ingenieros que dirigieron estos
trabajos. Está claro que estos debían tener escasos conocimientos de los
fundamentos de la Física. Fijémonos si no en la figura, la cual reproduce uno
de los cuadros del Museo Alemán de Múnich. Como puede verse, la conducción de
agua romana no se tendía bajo tierra, sino que pasaba por altos acueductos de
piedra. ¿Para qué se hacían estos acueductos? ¿No hubiera sido más fácil tender
unos tubos bajo tierra, como se hace ahora?
Claro que hubiera sido más
fácil, pero los ingenieros de entonces tenían unos conocimientos muy
rudimentarios de las leyes de los vasos comunicantes. Dudaban de que el nivel
del agua en dos depósitos, unidos entre sí por largas tuberías, pudiera ser
igual. Si los tubos se tienden en tierra, siguiendo el declive del terreno, en
ciertos sectores el agua tiene que correr hacia arriba.
Los romanos temían
precisamente esto, es decir, pensaban que el agua no podía correr hacia arriba.
Por esta razón es por la que, generalmente, daban a sus tuberías de conducción
de agua un declive uniforme en todos los puntos del trazado (para lo cual se necesitaba
frecuentemente hacer que el agua diese un rodeo, o levantar altos acueductos).
Una de las tuberías romanas, la Aqua Martia, tiene una longitud de 100 km, a
pesar de que la distancia entre sus dos extremos, en línea recta, es dos veces
menor.
¡Medio centenar de
kilómetros de obras de piedra, construidos por no conocer una ley elemental de
la Física!
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